
Las empresas del sector de cosmetología y estética pueden beneficiarse de la RDC 48/2013 para mejorar la calidad de sus productos, contribuyendo así a la adecuación de todo el mercado a las normas reglamentarias de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa).
Desde el punto de vista económico-financiero, seguir una normativa que prevea buenas prácticas de fabricación, al mismo tiempo que exige control y aseguramiento de la calidad, protege a la empresa fabricante de perjuicios legales, fortalece la lealtad a la marca y aumenta el atractivo comercial del producto.
Como dice la propia RDC: El sistema de gestión de la calidad debe cubrir la estructura organizativa, los procedimientos, los procesos, los recursos, la documentación y las actividades necesarias para garantizar que el producto se ajusta a las especificaciones de calidad previstas.
Para ello, todas las actividades relacionadas con la calidad deben estar documentadas. Por lo tanto, es obligatorio elaborar el Manual de Buenas Prácticas de Manufactura y todos los procedimientos.
La RDC 48 considera de fundamental importancia que la producción de cosméticos esté directamente relacionada con el aseguramiento y control de la calidad, así como con las buenas prácticas de fabricación. Por tanto, la norma refuerza los principios que deben guiar el Sistema de Gestión de la Calidad (SGC) en las empresas que fabrican productos de higiene personal, cosméticos y perfumes.
También vale la pena señalar que la RDC 48 determina que la empresa fabricante debe calificar a sus proveedores, lo cual puede hacerlo a través de:
- Evaluación del historial de suministro,
- Evaluación preliminar a través de cuestionario
- Auditorías de calidad.
Como norma que prioriza la calidad en los productos de higiene personal, cosmética y perfumería, la RDC incluye en su texto las reglas que determinan cómo aplicar las buenas prácticas de fabricación. Los productos cosméticos pueden desencadenar reacciones adversas, debido al uso inadecuado, contenido de sustancias tóxicas o irritantes por encima del nivel aceptable, como los productos de limpieza y desinfección.
La validación de la limpieza es, por tanto, una obligación de la RDC nº 48/2013, que trata de las buenas prácticas de fabricación en la industria cosmética. Su importancia es evitar la contaminación cruzada de lotes anteriores y residuos del proceso de limpieza (detergentes y solución de aclarado), y la contaminación microbiológica. Solo la validación garantiza que el proceso de limpieza puede garantizar que los residuos estén dentro de los límites aceptables predeterminados.